Las Horas de Enrique VIII

El Libro de Horas de Enrique VIII es un manuscrito iluminado del siglo XV, pintado por el artista francés Jean Poyet en la ciudad de Tours. Comprende 400 páginas con 55 miniaturas a toda página. En la actualidad se encuentra depositado en la Biblioteca Morgan de Nueva York, con la signatura MS H 8.

Textualmente, las Horas de Enrique VIII comprende un número de plegarias y votos que estaban de moda en Francia en la cúspide de la Edad Media tardía y el Renacimiento. El manuscrito se abre, como el resto de obras del género, con un Calendario. A continuación aparecen cuatro Lecciones del Evangelio, uno por cada evangelista, seguido por la Pasión según san Juan. El pasaje en cuestión, que no fue recogido por los sinópticos, se convirtió a finales del siglo XV en una especie de quinto evangelio.


A estos cinco pasajes bíblicos les siguen una serie de cuatro votos a la Virgen: las dos primeras son las dos populares oraciones a la Virgen, las cuales suelen aparecer juntas: Obsecro te y O intemerata, a las que siguen el Stabat Mater y la Misa de la Virgen. Vienen entonces las Horas de la Virgen -el núcleo de todo libro de horas- seguidas de las Horas de la Cruz y las Horas del Espíritu Santo, según el modelo clásico del género en Francia. Luego, aparecen los Salmos penitenciales (con unas Letanías), el Oficio de Difuntos y las populares Siete Oraciones de San Gregorio Magno.



Les sigue una larga serie de 23 sufragios; estas peticiones a santos concretos fueron ordenadas de manera jerárquica durante la Edad Media en la cual aparecían primero los santos varones y después las mujeres. El libro concluye con un grupo de oraciones prácticas que fueron cobrando una creciente popularidad a finales del siglo XV y principios del XVI, las cuales se debían recitar coincidiendo con el momento de salir de la cama al despertar, al dejar el hogar, al entrar en una iglesia, ante la presencia de un crucifijo y durante las Elevaciones de la Misa. Estas plegarias no solían aparecer ilustradas y suelen ser por ella despreciadas por los historiadores del arte, lo cual es una lástima porque nos hablan de la práctica religiosa diaria que observaba el propietario del manuscrito. Además, este tipo de oraciones demuestran que los libros de horas se utilizaban tanto en casa como en la iglesia.



La serie concluye con el Credo de Atanasio, que difiere del Credo de los Apóstoles y que suele aparecer en los libros de horas tardíos desempeñando el papel clásico de los cánticos en los breviarios medievales.

Aunque se trata de un manuscrito profusamente ilustrado, las Horas de Enrique VIII no son especialmente innovadoras desde una perspectiva iconográfica. En su mayoría, los temas de las miniaturas son bastante usuales y pueden encontrarse también en muchos otros libros de horas franceses del mismo período. Más originales son los bordes historiados que acompañan las 44 miniaturas a toda página. Lo que sí es de destacar es el estilo de Jean Poyet, que supera abiertamente las últimas influencias medievales y abraza la vanguardia renacentista procedente del norte de Italia.