Horas del Alberto de Brandenburgo

Con la signatura MSS 294a-e, 3-1996, en la Fundación Fitzwilliams de Cambridge, conservan seis páginas del libro de horas confeccionado para el cardenal Alberto de Brandenburgo (1490-1545). Fueron pintadas por el artista flamenco Simon Bening (1483-1561) en Brujas, entre los años 1522-1523, sobre pergamino, y el área iluminada tiene unas dimensiones de 175 x 125 mm, con el reverso en blanco. Estas páginas, que fueron desgajadas del volumen original en una fecha desconocida, se encontraban en Roma en 1856, cuando las adquirió Frederick William Robert Stewart, Marqués de Londonderry, de cuyas manos pasaron a las de E.S. Dewick (1844-1917) y, en 1918, a las de los Amigos del Museo Fitzwilliam Museum, en cuyo fondo se integraron finalmente en 1996.




El cardenal Alberto de Brandenburgo, un pudiente aristócrata y selecto coleccionista de arte, encargó tres manuscritos, incluido el libro de horas al que pertenecen estas láminas. Las seis miniaturas (que incluyen escenas de la Anunciación, la Virgen con el Niño, la Coronación de la Virge, dos versiones de la Crucifixión y un Juicio Final) revelan la característica paleta de Bening, rica y variada en tonos y texturas, la cual incluía el azul azurita, el añil, el vermellón y el rojo plomo, entre muchos otros. Asimismo, su depurada técnica le permite transformar la pequeña superficie de las páginas en un espacio tridimensional dotado de una complejidad y una profundidad muy considerables. Asimismo, utilizó técnicas estrictamente pictóricas para modelar los paños y cortinajes, simulando de manera magistral los efectos de luz sobre las superficies y una perspectiva atmosférica.




Bening pintaba los tonos de la carne mediante complejos mixturas, intencionadamente variadas de acuerdo con el carácter y la situación específica de los personajes representados. En línea con las prácticas vigentes en el siglo XVI, por ejemplo, empleó tonalidades distintas para plasmar el temperamento "colérico" del mal ladrón, o el "melancólico" del condenado. Asimismo, usó matices cromáticos muy sutiles para diferenciar entre los vivos y los muertos, de manera que las dos escenas de crucifixión podrían entenderse como un estudio de "colores vitales".




Los marcos merecen mención aparte. Junto a la clásica ornamentación de la escuela de Gante-Brujas consistente en flores, arabescos y joyas, llaman la atención las escenas marginales incluidas en las miniaturas consagradas a la Anunciación (donde vemos a la Virgen dirigiéndose al encuentro de su prima Isabel, mientras un ángel le sostiene la maleta), a la Virgen con el Niño junto a Santa Ana (en el que aparece ésta en la cama, con la Madre de Dios recién nacida en brazos, en un entorno doméstico donde sólo se ven mujeres) y al Juicio Final (subyugante, con unos ángeles golpeando a los pecadores que yacen en el suelo, mientras al fondo vislumbramos lo que parecen ser las llamas del Infierno).