Libro de Horas de Gian Galeazzo Visconti


Al final de su vida, el duque de Milán, Gian Galeazzo Visconti, encargó una serie de magníficos volúmenes dedicados a la representación del mundo natural y de la medicina, así como de libros de carácter religioso; entre ellos, se encuentra el conocido como Libro de Horas Visconti, actualmente depositado en la Biblioteca Nacional de Florence con las signaturas Mss. BR 397 y LF 22). Se trata de un devocionario que incluye, aparte de las clásicas Horas, una buena cantidad de salmos. Consta de dos tomos y está profusamente ilustrado con miniaturas a toda página (38) y otras de menor tamaño, aparte de los bordes ornamentados y 90 iniciales historiadas.




La fecha de composición del libro no es segura, aunque por su estilo e iconografía se considera que la confección del primer tomo se remonta hacia el año 1388, año del nacimiento de Giovanni Maria, primogénito de Gian Galeazzo y Caterina Visconti, mientras que el segundo pudo retrasarse hasta 1428. Escrito en latín empleando caligrafía gótica, fue pintado por Giovannino de Grassi, Luchino Belbello da Pavia y los hermanos Amadeus.

A finales del siglo XIV, Giovannino de’ Grassi y su taller pintaron los folios iniciales del manuscrito, con un estilo muy peculiar en el cual la escena quedaba iluminada por los rayos dorados que irradian los santos y los profetas, provocando un efecto característico. Asimismo, muestra un mimo extremado en la reproducción del mundo natural y los paisajes, para lo cual utiliza colores brillantes y efectos de sombreado que imprimen relieve y profundidad a los mismos.




La muerte del futuro propietario en 1402 provocó la interrupción del trabajo de los pintores. No fue hasta que el segundo hijo de los Visconti, Filippo Maria, encargó su prosecución a Belbello da Pavia que pudo ultimarse la iluminación del manuscrito. Sus miniaturas son muy detalladas y muestran un estilo elegante, cortesano y muy equilibrado; los bordes manifiestan una gran variedad e imaginación icónica.

La estructura de este libro de horas es poco convencional: por ejemplo, carece del clásico calendario que suele aparecer al principio de todos los volúmenes de este género. Carece también de otras secciones habituales, como el Oficio de difuntos o los Sufragios. La presencia de episodios extraídos del Antiguo Testamento es muy amplia, en perjuicio de las escenas de la vida de Cristo (ni siquiera se plasma la Crucifixión). La representación de la Santísima Trinidad brilla por su ausencia. A cambio, se incluyen numerosísimos salmos, un ciclo sobre la Creación y otro sobre Moisés. El libro concluye con la imagen de Jesús Redentor.




Como decimos, se trata de un manuscrito bastante extraordinario, por poco común y también por haber sido iluminado con un estilo pictórico poco homogéneo. Junto a miniaturas de una extraordinaria calidad técnica (la Adoración de los Magos, la Muerte de la Virgen o los Israelistas cruzando el Mar Rojo son prodigiosas), otras -especialmente, las iniciales historiadas- se nos antojan bastante toscas y desentonan en el conjunto, perjudicando el resultado global.

Sea como fuere, estamos ante una obra suntuosa, abrumadora incluso, por su extensión (más de 600 páginas) y por la ambición de sus creadores. Existe una edición facsímil íntegra de la misma, de alto precio, y otra que recoge únicamente las miniaturas, más económica.