Devocionario de Ana de Bretaña

El Devocionario de Ana de Bretaña es una obra muy distinta de las célebres Grandes Horas destinadas a la misma monarca. Para empezar, su tamaño es mucho más pequeño: 12.5 x 8 cm. Consta de 62 páginas y está escrito en latín y francés, en caligrafía cursiva. Consta de 34 miniaturas enmarcadas por el emblema real, el llamado "cordelière" (una especie de trenzado). Fue iluminado por el célebre artista Jean Poyet entre 1492-1495 en la ciudad de Tours (Francia). En la actualidad se encuentra depositado en la Biblioteca Pierpont Morgan, de Nueva York.




Este libro de oraciones, dotado de un diseño muy cuidado, fue encargado por Ana de Bretaña, esposa sucesiva de dos reyes galos, Carlos VIII y Luis XII. El libro resulta sorprendente por sus miniaturas ligeras y evanescentes, las cuales se encuentran entre las más delicadas que se crearon a finales del siglo XV. Todas ellas salieron de la mano de Jean Poyet, autor también de las célebres Horas de Enrique VIII, quien aparece mencionado por sus propios contemporáneos a la altura de Rogier van der Weyden, Hugo van der Goes o Jean Fouquet. Su talento se despliega especialmente en sus espaciosos y vaporosos paisajes.




El advenimiento del Renacimiento en Francia se anuncia en la suave carnación de los rostros, la gracilidad de las figuras y en la sorprendente novedad en la forma de combinar los colores que utiliza para plasmar los ropajes, así como en la arquitectura de influencia italiana presente en las miniaturas.

La decoración del devocionario refleja las ideas personales de su propietaria. Una de sus grandes aspiraciones era la de vivir en la fe, lo cual se plasma sobradamente en esta magnífica obra. Como es lógico, Ana aspiraba a infundir esta filosofía en su hijo, el futuro rey de Francia, y la ordenación de las distintas oraciones fue concebida como una ayuda moral y espiritual para un jovencito de su edad. Y es que el librito lo usaba la monarca para enseñar cómo rezar a su pequeño.




Una de las oraciones incluidas en el devocionario fue escrita expresamente con este propósito, rogándole a Dios que concediese al delfín la sabiduría necesaria para su próxima tarea real. Sin embargo, el destino dispuso lo contrario, pues Carlos-Orlando falleció con solo tres años. Aun así, su librito ha sobrevivido hasta nuestros días como testimonio del amor maternal.

Por otro lado, su concepción y ornamentación sirvieron como inspiración para otro devocionario encargado por su madre para Renata de Francia, hija menor de su matrimonio con Luis XII.

Durante toda su vida, Ana se reveló como una patrocinadora infatigable no sólo de las artes visuales, sino también de la literatura y la música. Adquirió numerosos manuscritos y financió artistas, poetas y músicos de la corte, mientras que tuvo a su cargo a numerosos autores como secretarios y cronistas. La biblioteca personal de Ana constaba de más de tres mil volúmenes, tanto de temática religiosa como histórica y literaria, principalmente de procedencia italiana. La biblioteca de Ana es testimonio de su alto nivel educativo, pues además poseía un buen conocimiento del latín y el griego, así como nociones de hebreo.