José Luis Trullo.- No es extraño que el portal de Belén ocupe en la iconografía de los libros de horas un papel central, pues es en él donde se produce el acontecimiento central del cristianismo: el lugar donde Jesucristo viene al mundo, el Mesías irrumpe en la historia y el Verbo se hace carne. Resulta tan aberrante la sola idea de un manuscrito sin su inclusión, que en uno de los rarísimos casos en los que brilla por su ausencia (nos referimos a las Grandes Horas de Rohan), Marcel Thomas no ha tenido más remedio que aventurar la hipótesis de que la miniatura tuvo que ser sustraída, algo que por otro lado no resulta en absoluto excepcional en la historia de los manuscritos iluminados.
Libro de horas de Cecilia Gonzaga Pierpon Morgan Library, MS M. 454, fol. 190r |
A pesar de la recurrencia del portal de Belén en todos los libros de horas iluminados, o precisamente a causa de ella, su iconografía presenta una variedad prácticamente infinita. Sin abandonar algunos aspectos fundamentales, plasmados en las fuentes evangélicas y que es debido respetar (se trata de una construcción humilde en la cual deben pernoctar José y María, donde la Virgen alumbra al Niño y en la cual reciben las visitas de los pastores y de los Magos), lo cierto es que sobreabundan los matices en su representación: en unas ocasiones, se trata de un mero cobertizo de madera, mientras que en otras presenta una estructura más sólida en ladrillo o piedra, e incluso en ciertos casos se trata de ruinas de un antiguo templo o de una ermita; a menudo, al Niño se le pinta recostado en el suelo, sobre una simple tela o unas briznas de paja, y otras veces duerme en el pesebre de las bestias o en una cunita de mimbre; la Virgen suele aparecer arrodillada ante Jesús, aunque no es raro el caso ‒sobre todo, en manuscritos del siglo XIV‒ en que se la ve tumbada sobre una especie de cama.
Libro de Horas para el uso de Rouen Biblioteca Bodleiana, Oxford, MS. Buchanan e. 3, fol. 29r |
Otro tanto ocurre con la propia ubicación del portal: tanto puede elevarse en pleno campo como en las proximidades o en el interior de un núcleo de población, el cual a su vez varía entre una rústica aldea y una auténtica ciudad fortificada. Esta aparente libertad con la que los maestros iluminadores se permiten representar un escenario de tanta importancia teológica y espiritual no debe sorprendernos, pues los libros de horas son pródigos en innovaciones y variaciones. Es uno de sus indudables encantos: la extrema personalización de un libro destinado al uso privado de un único usuario propició, e incluso aceleró en cierta época (finales del siglo XIV y principios del XV), la introducción de elementos divergentes que son los que dotan al género de un perfil tan prolífico como atractivo.
Libro de Horas Boisrouvray Bibliteca Nacional de Francia, NAL 3116, f. 36v |
En este libro vamos a analizar de manera pormenorizada un considerable número de miniaturas que ilustran el portal de Belén en los libros de horas de los siglos XIV, XV y XVI, poniendo especial énfasis en los detalles que singularizan cada pintura y tratando de arrojar luz acerca del valor simbólico y religioso de la iconografía plasmada por el maestro iluminador.
(Fragmento de La puerta del cielo. Iconografía del portal de Belén en los libros de horas, s. XIV-XVI, de inminente publicación en la colección Spirinc, de Cypress / Libros al Albur).